Las últimas pinturas de Artiaga suponen una búsqueda nueva de sensaciones a través de unos motivos reales muy simples que aparecen enmarcados por bandas laterales para concretar espacios y definir composiciones.

EL PURISMO DE LA FORMA

José Ramón Danvila
Guía del Ocio, nº 779, 19 al 25 de noviembre de 1990.

Muchas cosas han cambiado en las obras de Xosé Artiaga desde la exposición de hace dos temporadas. Una razón de construcción y el tributo a la forma geométrica son los nexos de unión entre aquellas y estas de ahora, si bien el pintor ha procurado llevar las cosas a unos purismos donde no queda casi nada del gesto y se ha aumentado notablemente la uniformidad en los tratamientos por planos, en el control de los colores o en la elección y distribución de las formas, hasta conseguir aproximarse a un sistema frío donde expresar no resulte tan importante como advertir.

Las últimas pinturas de Artiaga suponen una búsqueda nueva de sensaciones a través de unos motivos reales muy simples que aparecen enmarcados por bandas laterales para concretar espacios y definir composiciones. Es importante en ellas lo lineal, por lo que toda imagen se convierte en un volumen Iongitudinal: chimeneas, bastones o barras; como elementos referenciales de ciertos con textos urbanos siempre al borde de la metamorfosis. Esa es parte de la clave evolucionista del momento actual del pintor, como memoria y como ensayo, que le está llevando, paso a paso, hacia la valoración pura y exacta de la forma que presentan las cosas.

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